El Escuadrón Fénix fue una unidad aérea durante la Guerra de Malvinas en 1982, que contó con aeronaves no bélicas. Llevó adelante tareas de engaño, exploración y reconocimiento, guiado de escuadrillas de combate a las islas, información meteorológica, búsqueda y salvamento, patrullaje de todo el mar y costa argentinos, entre otras.
Estaba a cargo del vicecomodoro Rodolfo De La Colina, quien murió el 7 de junio en cumplimiento del deber, cuando un misil Sea Dart lanzado desde el buque inglés Exeter, derribó al avión Lear Jet 35 A de la Fuerza Aérea Argentina, en la que viajaba junto a 4 militares, en una misión de exploración y reconocimiento sobre el estrecho de San Carlos. Entonces, y a solicitud de los integrantes del Escuadrón, asumió el mando el vicecomodoro Román. Una de las tareas de Fénix fue distraer al enemigo, apareciendo y desapareciendo de los radares de los buques a cualquier hora. Eso generaba alertas y desgastaba los sistemas defensivos británicos. Mientras tanto, las verdaderas cuadrillas de ataque ingresaban a las islas desde otros sectores y a vuelo rasante sobre el mar, para burlar los radares.
El Escuadrón Fénix voló 780 horas durante la guerra. Realizó 14 misiones de guiado de escuadrillas de ataque táctico y bombardeo, 28 misiones de retransmisión de comunicaciones y 123 misiones de diversión.
Cuando el gobierno de facto tomó la determinación de recuperar las islas por medio de una invasión para obligar luego al diálogo por la soberanía, la Fuerza Aérea Argentina fue la única arma que estuvo convencida desde el principio que los ingleses responderían con guerra en vez de diplomacia. Ante eso, y pese a la falta de tiempo, organizó su respuesta a la altura de las circunstancias. Así, con menor disponibilidad tecnológica que el enemigo pero con pasión profesional de sus hombres, le demostró al mundo que la principal flota aeronaval del planeta no era infalible. De hecho, la Fuerza Aérea Argentina, que tuvo su bautismo de fuego en Malvinas, sostiene que ganó la guerra económica (es la comparación de daños materiales entre ambos bandos). Sus integrantes cosecharon el reconocimiento profesional mundial, y dada la técnica de incursión, obligó a los ingleses a reformular totalmente el moderno sistema de defensa naval. El comandante de la Fuerza de Tareas británica, almirante Woodward, reconoció en sus memorias que había subestimado al enemigo y que desconocía el potencial de la Fuerza Aérea Argentina: “Jamás pensé que sus pilotos hicieran lo que hicieron”, expresó. El 14 de junio, día de la rendición, el general Moore le pidió expresamente a su par argentino, Menéndez, que le garantizara que la aviación también acataría el cese de hostilidades.
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